Cuando fui a África

 

Hace algunos años, mientras estaba en el colegio me llegó un aviso. Decía que había alguien que quería verme. En cuanto tuve un hueco bajé a secretaría y allí encontré a un conocido al que ahora tengo la suerte de poder llamar amigo. Me traía una propuesta, una propuesta bien sencilla: ¿quieres dedicar este verano a los demás? Tendrás que pagarte un billete, el alojamiento de estas semanas y, a ser posible, aprende algo de francés.

El tipo se llamaba Enrique y la idea era pasar un mes de verano en el Congo, en el hospital materno-infantil Monkole. ¿Haciendo qué?, me diréis. Pues lo que fuese para poder ayudar. Porque si hay algo que aprendes en un sitio como Monkole es que toda ayuda es poca y cualquier gesto aporta algo.

Sin embargo, esto no es un texto para contar mis historias. Lo que quiero es hablar de cómo todo lo que se hace en Monkole, la forma de afrontar la vida de la gente que allí conocí, el contraste entre su estilo de vida y el nuestro, su generosidad y alegría de vivir son aprendizajes que no solo nos llevamos los que tuvimos la suerte de vivir esa experiencia, sino que es algo que también se comparte con los alumnos del colegio.

Como bien sabemos, Alborada es un colegio en el que se busca facilitar la formación integral de la persona. No se busca solo enseñar unos contenidos, sino que el aprendizaje busca ser también aprendizaje para la vida. Y entre otras cosas se busca dar al alumnado una visión de los problemas del mundo actual y se les anima a aportar soluciones concretas a tales problemas, dentro, siempre, de sus posibilidades.

Así, durante este tiempo de Navidad, y por medio del sistema de casas del colegio, los alumnos aprenden a salir un poco de sí mismos para ayudar dentro de sus posibilidades (muchas o pocas), a niños que, siendo como ellos, ahora mismo pasan necesidad, pues, donde a otros les falta, puede que a nosotros nos sobre. Por ello durante estas semanas procuraremos hablarles más de cómo el colegio ayuda cada año a la labor en Monkole y les animaremos a aportar su granito de arena.

En Alborada creemos que esta es una parte fundamental de nuestra propuesta educativa. Queremos que la formación en valores de nuestro colegio tenga frutos concretos que permitan a cada alumno y alumna del centro preocuparse por los problemas de la sociedad actual y ponerse en el lugar.

Por todo esto, si durante estos días veis que vuestros hijos e hijas tienen un gesto espontáneo de generosidad (querer aportar su tiempo para alguna actividad, presentarse voluntario o echar mano de su hucha para comprar un calendario), os animo a que los impulséis a seguir por ese camino y tal vez a sentaros un momento para que os puedan explicar el qué y por qué de estas acciones. Y es que si hay algo que me enseñó mi viaje es que siempre podemos aprender de los demás a ser mejores cada día.

Pablo Rincón García
Tutor 4º ESO D

Departamento de Lengua

Colegio Alborada

 

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