La evaluación ha de entenderse como un proceso de mejora y su fin es comprobar si los alumnos han alcanzado los conocimientos que marcamos como objetivos.
Tradicionalmente hemos entendido la evaluación como un proceso académico por el cual los alumnos “demostraban” sus conocimientos de una materia, generalmente caracterizado bajo los exámenes que realizaban y calificados bajo una nota numérica.
Sin embargo, poner una nota no es el proceso más eficaz para comprobar si nuestros alumnos han alcanzado los objetivos en el proceso de enseñanza aprendizaje. La evaluación ha de entenderse como un proceso de mejora y su fin es comprobar si los alumnos han alcanzado los conocimientos que marcamos como objetivos.
Por ello, la actualidad docente pasa por preguntarse cómo replantear el proceso de evaluación con el fin de buscar una dicotomía entre el proceso de enseñanza-aprendizaje y la evaluación.
La evaluación no ha de ser poner una nota de 0 a 10, sino un proceso sumativo por el cual debemos comprobar si los alumnos están adquiriendo los contenidos curriculares programados.
La evaluación sumativa estaría incompleta si no estuviera acompañada de la evaluación formativa, incidiendo en las necesidades educativas particulares que presenta cada alumno con el fin de buscar sacar el mejor partido de cada alumno en el proceso de enseñanza-aprendizaje buscando una mejora en su autoestima para lograr un mayor rendimiento.
Podemos lograr buenos resultados planteando una buena evaluación siendo esta flexible y orientada a cada alumno, pero sin caer en el error de pensar que la flexibilidad ha de ser un trato laxo, no debemos olvidar que para mejorar siempre es necesaria la exigencia y no todas las evaluaciones han de ser iguales, ya que cada colegio ha de adecuarlos a su ideario de centro y a las necesidades y demandas que constituyen la pluralidad que cada docente tiene en su aula.
Aprender de los errores sin penalizar
La evaluación nos ha de permitir aprender de los errores que cometemos, en lugar de penalizarnos por ellos, de tal manera que no caigamos en un proceso de desmotivación, al mismo tiempo que nos hace reflexionar sobre cómo hacer para resolver el fallo que hemos cometido, adquiriendo el conocimiento de una manera más empírica y lograr así una mayor satisfacción por haber alcanzado ese logro o reto, de esta manera el conocimiento aprendido será más profundo y duradero en la memoria.
Para evaluar correctamente, lo ideal es alternar diferentes elementos de evaluación: hay diferentes momentos, diferentes modelos, así como diferentes actividades dentro de cada clase, por lo que podemos y debemos utilizar diferentes recursos de evaluación. Por ello podemos usar solo los exámenes para evaluar sino usar también unos ejercicios individuales o ejercicios grupales haciendo que el alumno sea un elemento que participe de evaluación construyendo su propia evaluación como por ejemplo creando sus propias rúbricas evaluativas. Llama mucho la atención que cuando involucramos a los alumnos su nivel de exigencia suele ser mayor. Cuando quieren aprender son más exigentes consigo mismos.
Juamp Maths, la solución para la enseñanza de las Matemáticas en tres niveles
A estas alturas podemos preguntarnos cómo podemos concretar todas estas ideas, son las mismas que nos surgieron cuando este año comenzamos un nuevo proyecto en nuestro centro que se llama Jump Maths.
Se trata de un programa que aplica procedimientos y recursos probados, convirtiendo a todos los docentes en enseñantes extraordinarios de matemáticas, capaces de guiar a los estudiantes para que obtengan su máximo rendimiento.
Jump Maths es un programa muy bien estructurado y pautado, donde cada detalle está diseñado para facilitar la adquisición de competencias matemáticas, manipulando y adquiriendo conceptos esenciales.
El programa soluciona los déficits en la enseñanza de las matemáticas en las aulas mediante dinámicas participativas, la evaluación continua, y la división de las lecciones en pequeñas unidades fácilmente asumibles y perfectamente escalonadas.
Nos plantea tres niveles de evaluación para poder concretar todas estas ideas en una dimensión práctica y real en el aula.
El primer nivel de evaluación trabaja con el alumno en clase a través de la enseñanza por descubrimiento, es decir, el profesor lanza preguntas y retos en clase y favorece una dinámica de participación para intervenir resolviendo los ejercicios.
Se pueden programar ejercicios -siempre cuidando el material y la secuenciación de los mismos-, de muchas maneras, pero es necesario revisar el trabajo del aula para saber qué alumnos necesitan ejercicios básicos, de ampliación a través de retos para favorecer la motivación, o necesitan una explicación más profunda.
El segundo nivel, son los ejercicios que podemos llamar de metacognición, es decir de asimilación y en los que los alumnos han de pensar para realizar. Son por ejemplo las fichas que con Jump Maths trabajamos en la guía y realizan al final de la clase.
Estos ejercicios también son muy personalizables ya que hay de transición para aquellos alumnos que les cuesta asimilar los conceptos, ejercicios denominados “extra”, que son más complejos para aquellos alumnos más avanzados. Es muy importante el rol del profesor, ya que ha de ser muy activo en este proceso y estar atentos a la diversidad de la clase.
El tercer nivel es el que más nos puede sonar ya que son los convencionales controles, en dos escalones. Uno cada poca sesión que podemos entregar como fichas de repaso, y que nos llevará un tiempo de unos 10-15 minutos; y al final de cada tema el examen para trabajar los contenidos, que llevará un tiempo estimado de 1 hora.
Los propios controles o pruebas vienen acompañados de unas rúbricas evaluativas en las que podemos ver el desempeño de los alumno en función de las respuestas, por lo que la evaluación puede no ser numérica basándonos en las competencias y en los estándares de aprendizaje.
En conclusión, cada centro y cada docente ha de tener su propio sistema evaluativo y esta evaluación debe contemplar los diferentes puntos de vista, por ejemplo los tres niveles mencionados anteriormente.
Para una buena evaluación ha de haber una buena acumulación de contenidos trabajados, bien estructurados para poder comprobar la evaluación del alumno en los mismos y sobre todo que tengan en cuenta que el principal objetivo -y nuestra prioridad- es el aprendizaje, para que los alumnos sean capaces de resolver por sí mismos problemas en su entorno próximo.
Álvaro Onrubia
Profesor de Primaria
Colegio Alborada