“EDUCACION EN LOS VALORES Y SU RELACION CON LA EDUCACIÓN PATRIMONIAL”

 

SEGUNDA PARTE

Ante un gran elenco de variedades patrimoniales, debemos empezar a dar los primeros pasos trabajando con el espíritu, con los valores, mirar con el corazón, el corazón nos abrirá la sensibilidad para después avanzar con los sentidos corporales, con la vista, y empezaremos a ver como jamás hemos visto, y todo lo aplaudiremos como perfecto, y todos los sentidos juntos unidos a la sensibilidad nos llevará al conocimiento pleno.

El no admirarse de lo que nos rodea, sean bienes culturales, espirituales, materiales o inmateriales, sea naturaleza, sean objetos, significa que no hemos aprendido determinados valores, o no tenemos el suficiente conocimiento sobre el objeto para apreciarlo como un bien bello. Por ello considero absolutamente necesario la educación patrimonial de forma inseparable y de a mano unida a la educación en los valores, para fomentar el amor a la diversidad, a los bienes culturales, a nuestros semejantes respetando sus formas de vida y sus formas de expresar la belleza, como bien propio del alma.

Recrear los materiales sentidos, sin emplear el alma, impide la más sublime contemplación, con los sentidos llenos de amor, llegaremos a conocer la causa del objeto, la realidad que le sigue, argumentaremos de lo muerto a lo vivo, de lo pintado a lo verdadero, atenderemos no solo a su belleza material, también a su armonía, y todo se convertirá en un conjunto que conforte el corazón, y tenga no solo en los sentidos su gozo, sino también en su conocimiento.

Se habrá creado un vínculo de amor entre el objeto y mi persona, y con ello un vínculo con todas sus extensiones: con el pasado, con las personas que lo hicieron posible, entenderemos mejor su forma de pensar, respetaremos sus aciertos y sus fracasos y sentiremos que somos parte de ello, pues el momento que vivimos es producto de ese momento. El patrimonio nos enseña que no partimos de ahora, que el recorrido ha sido más o menos largo, que somos fruto de unas circunstancias que se hacen necesario conocer, y que, si se pierde, se pierde un legado vivo que nos habla. Pues el hombre es producto de sus acciones, y las acciones se reflejan en el patrimonio, en el arte, en la cultura musical, en la religiosidad, no hay futuro sin conocer el pasado, pues el tiempo es relativo, el tiempo es solo un hilo conductual que no se debe romper ni cortar, cortarlo es morir.

Si los profesores somos capaces de trasmitir estos valores a nuestros alumnos, conseguiremos que ellos tomen el patrimonio como un legado a proteger para las generaciones venideras, y ello engloba a todos los bienes, incluidos los naturales sobre los cuales tenemos la doble misión de conservarlos para la humanidad y para todas las criaturas que habitan el planeta, que son seres sensibles vivientes, y nosotros somos sus protectores, al tener el gran don que nos diferencia, el intelecto. No podemos seguir usando el conocimiento sin reparar en el mal que hacemos por nuestra comodidad, por nuestro egoísmo, somos partícipes de un todo, la naturaleza sobrevive por sí sola, sin nosotros ya existe la armonía, pero si estamos aquí, si hemos alcanzado esta posición, debemos ser consecuentes con ella, y por tanto debemos mirar a los valores, para no perder el camino a seguir.

Utilicemos el intelecto, el conocimiento en armonía con los valores,  aprendamos a enseñar valores, sentimientos, y creamos vínculos con lo que nos rodea, el patrimonio cultural pude ser un primer estadio para alcanzar otros estudios, pues la noción de la belleza que contiene el arte, (pictórico, musical, las letras, arquitectura…) nos abre al resto de las disciplinas: las científicas, ¡qué es nuestro universo tan bello sino física pura!, ¡qué es la naturaleza sino biología!, ¡qué es todo sino matemática pura!, la belleza nos lleva al conocimiento y a amar lo que aprendamos, y a partir de ahí a conservarlo, protegerlo y profundizar en el conocimiento adquirido.

Si avanzamos en estos valores y en la educación patrimonial, al respetar y conservar algo que pertenece a toda la humanidad, y si la sentimos verdaderamente como nuestra, habremos dado un paso de gigante en la aceptación del hombre como hermanos, dejaremos de miramos solo para adentro, en mi terrena casa, no veremos al otro como el contrario, tendremos aspectos comunes y por ahí comenzaremos a entendernos, el tener una misión común, nos unifica, nos hace ser mejores, y comprendemos que el bien del prójimo es mi bien. Con la globalización tenemos un reto maravilloso, comencemos por apreciar lo más sublime del hombre, su arte, su expresión del alma, su canto imitador de la belleza de Dios. Si entendemos y apreciamos lo que nos rodea, creación del hombre, respetaremos a la humanidad, y veremos que la sensibilidad y el amor es consustancial a la humanidad y no hay tales diferencias.

Protegemos, légamos y difundimos lo que conocemos y amamos.

Gema Cerezo Garrido
Profesora de Historia y Geografía
Colegio Alborada

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