Confinamiento

¿Quién de los que leemos este artículo no ha dicho o escuchado esta palabra en el último mes? Quizás sea, por desgracia, la palabra más de moda, usada, o, como gustan algunos en decir ahora “trending topic” en el año 2020.

No siempre tuvo ese valor negativo (connotación) que tiene actualmente: hemos visto películas llamadas “Los confines del mundo”, o documentales sobre “los confines del universo” y en ningún momento pensamos que fuese una cosa negativa. Pero esos son los misterios del lenguaje, la lengua es algo “vivo” que va cambiando o adaptándose a las situaciones.
Efectivamente, en su origen, del latín clásico cum (con, juntamente) + finis (límite, territorio, frontera) designaba a terrenos o territorios limítrofes con otros, ¡hasta se usaba para designar al que “lindaba”, al que compartía “límites” con nosotros, es decir, el vecino!

Su significado se fue haciendo más amplio (los confines del mundo, del universo), pero ya en época medieval empezó a usarse para el que permanecía en sus “límites” o “fronteras”, pero no por voluntad propia.
Así lo recoge actualmente la RAE (desterrar a alguien designándole una residencia obligatoria) y también se ve en francés (confinare).
Eso es el valor connotativo de las palabras: partiendo de algo no necesariamente negativo como “confinis”, del latín (vecino o límite), hemos llegado a una idea de la palabra “confinar” principalmente negativa, hasta el punto de que el “finado” es una persona muerta, o que, incluso en inglés, “fine” además de significar “bien” (nuestro famoso.- How are you?, Fine, thank you), también signifique “multa”, “penalización” , “castigo”.

Como les decía a unos grupos de alumnos del colegio, lo que pretendo que veamos con esta pequeña reflexión, es que la lengua, nuestra lengua e incluso las lenguas del mundo son entes “vivos” en continuo cambio y adaptación, aunque ello nos pueda sorprender.

Yo, de momento, prefiero no quedarme con ese sentido moderno de “confinamiento” tan negativo, de hecho, me animo y os animo a volver a ese latín clásico y reforzar las relaciones con nuestros “confines”, de los que muchas veces estamos separados por una simple pared o…una llamada de teléfono.

Manuel Lafuente
Profesor de Lengua en Secundaria Y Bachillerato
Colegio Alborada

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